I — Nothing else matters

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Nothing else matters

Sin importar la cantidad de vidas que había tenido que tomar para llegar a donde estaba, Hao Asakura bien podría ser considerado una especie de princesa de cuento de hadas, cuyo cuento ya había alcanzado su clímax y su final feliz. Hao tenía a Opacho, a Ohachiyo, a su madre y se había convertido en el Shaman King que reinaría por 500 años. Final feliz.

Nada más aburrido que eso. Para su desgracia, Hao no había podido completar su objetivo de aniquilar a toda la raza humana para salvar el mundo por culpa de esa estúpida promesa que le había hecho al idiota de Yoh. Hasta que él y todos los guerreros elementales muriesen, no podía eliminar a esos estúpidos y diminutos seres humanos que no hacían más que destruir a la naturaleza. Y por eso, hasta que eso ocurriese, Hao estaba verdaderamente aburrido.

No había nada más que pudiera aprender, ya que ya era el maestro del Ying Yang, había dominado al mismísimo rey del infierno y era el Shaman King, poseedor de los Great Spirits. No había nada más que hacer.

Estaba terriblemente aburrido.

Y sin nada mejor que hacer, se dedicó a observar al mundo.

Fue entonces que descubrió algo sumamente extraño. En Japón, su tierra natal, estaba ocurriendo algo fuera de lo común. Una reunión de ciertos seres que no eran humanos, ni shamanes, ni espíritus, ni dioses o demonios. No era capaz de distinguir qué eran porque parecían en sí mismos inexistentes y al mismo tiempo parte de la esencia misma de la humanidad y la tierra. ¿Cómo es que él, teniendo el Reishi y siendo un shaman prácticamente todo-poderoso jamás había notado la presencia de esos seres tan extraños?

Demasiado intrigado como para contenerse, Hao se presentó como una aparición ante esos seres. Todos lucían diferentes entre sí, pero tenían algo que recordaba al Shaman King a todas las naciones, desde la vestimenta china, el físico italiano y el alemán, la forma de hablar de los americanos... incluso ese que lucía tan cercano a sí mismo como japonés y a la vez tan... promedio. Sí, promedio. No podía ver nada en especial sobre él, excepto que le recordaba a los japoneses, a todos y a ninguno en especial.

Era todo tan extraño.

Hao se sintió todavía más intrigado que antes y decidió terminar con todo ese enigma de una buena vez.

— Se puede saber, ¿quienes son ustedes exactamente y qué están haciendo aquí?

Ahora que no poseía el Reishi, no había nada mejor que una buena pregunta sencilla y directa. Aunque si hubiese tenido su antiguo poder, seguramente se habría sorprendido aún más sobre esos seres al descubrir que no sería capaz de leer sus mentes. ¿Cómo leer los pensamientos de un país?

Hao Asakura con Japón. Conferencia mundial. El tiempo es eterno.

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Japón no estaba seguro de cómo había terminado en medio de una pelea entre todos los países, en específico entre América-kun e Inglaterra-san. Bueno, en realidad debería estar acostumbrado a que siempre esos dos estuviese peleando pero no dejaba de ser sorprendente para él que todas las conferencias mundiales terminasen de la misma forma.

Inglaterra-san y América-kun seguían peleando mientras que Japón estaba detrás de ellos con Canadá-san a su lado, ambos realmente avergonzados por la pelea que estaban presenciando mientras todos los demás países difícilmente les hacían caso. Incluso Italia-kun y Alemania-san estaban alejados conversando entre ellos… más bien, Italia-kun estaba llorando probablemente porque Alemania-san ya le había dicho de su entrenamiento.

Japón ya había sido informado de que volverían a entrenarse, aunque ahora el mundo estaba en paz por completo y no habían mayores problemas, Alemania-san seguía creyendo que necesitaban entrenarse. No le sorprendería que Italia-kun estuviese llorando por la “terrible” noticia.

Miró un poco más allá y se dio cuenta de que Canadá-san había sido robado por su padre y Francia-san estaba abrazándolo con fuerza frotando su mejilla contra la de él. Un poco más allá, Holanda solo fruncía el ceño mientras su hermana Bélgica lo abrazaba felizmente.

Japón suspiró suavemente e iba a intervenir en la pelea cuando de repente y de la nada alguien nuevo apareció. Japón no lo conocía de nada, aunque viendo que América-kun e Inglaterra-san seguían enfrascados peleando tuvo que acercarse y suspiró suavemente.

— Buenas, señor. Mi nombre es Japón— se presentó cordialmente— Ellos son América-kun, Inglaterra-san, Holanda-san, Italia-kun, Alemania-san, Bélgica-san, Canadá-san y Francia-san— presentó, tomando las medidas necesarias— Y estábamos en una conferencia mundial, yo…

América-kun de repente dejó de pelear con Inglaterra y se acercó a pasos agigantados para abrazar a Japón por los hombros y alzar una mano en señal de victoria.

— Oh, Japan, ¡he vencido! Oh, ¿y él quién es? Hello! I’m America, the hero of the world!

Japón con todos y él. Conferencia mundial. Atardecer.