Pues bien, ahí estaba. En un restaurante, a la espera de que su cita, un niño mimado prácticamente insoportable, llegara. ¿Cómo había terminado así?
La respuesta iba más allá, mucho más atrás en el tiempo, del día en que había acordado con la familia Valentine que se encargaría de Nathaniel. Mucho más lejos incluso que el día en que se presentó ante esa familia y éstos le aceptaron bajo ciertas condiciones.
De hecho venía casi desde su infancia. Sin exagerar, Akaito siempre había soñado con tener una limusina, sirvientes elegantes y tanto dinero como fuese posible. No era por ser un niño malvado, egoista ni ambicioso, sino porque venía de una familia humilde y un hogar roto. El dinero en principio no lo quería para él, sino para los pocos amigos que había logrado hacer. Así que desde pequeño se esforzó trabajando duro en todo lo que pudiese y gracias a eso, logró hacerse algunos contactos de adolescente. Nunca dejó de estudiar y trabajar, así que terminó su carrera y ya tenía varias recomendaciones de sus profesores y de las personas que le habían estado apoyando. A partir de ese momento no hizo más que escalar, seguir subiendo en la montaña corporativa y consiguió hacerse de su propia empresa a la corta edad de 22 años.
Era su sueño cumplido para él y bien podría haberse conformado con ello, pero él sabía que podía lograr mucho más, así que intentó convertir su empresa en una exitosa industria multinacional. Ahí fue cuando se estrelló de cara contra un muro infranqueable y oscuro. Hasta entonces, sólo había pensado que con esfuerzo podía lograr todo. Cuando quiso dar el siguiente pasó, se encontró que en la vida real, las cosas no funcionaban así. Para poder hacerse con un nombre y lograr ir más allá, debía ser parte de un grupo selecto de empresarios y extravagantes nobles multimillonarios. Y no había forma de que él por sí solo lograse entrar a ese grupo. Sus contactos ya le habían ayudado hasta donde les era posible, pero ni siquiera ellos podían ayudarle a ingresar a la crema y nata de la alta sociedad, no a ese círculo tan cerrado.
Akaito podría haberse derrumbado o conformado con lo que ya tenía, pero su curiosidad infantil podía más con él. ¿Qué tenía todo ese grupo de especial? ¿Hasta dónde sería capaz de llegar si era parte de ellos? ¿Podría cambiar al mundo para crear una mejor sociedad? Sus sueños seguían persiguiendo aspiraciones infantiles, no había duda, pero ese carácter era una de las razones por las que llegó tan lejos. No iba a detenerse.
Y la fortuna le sonrió por eso.
Resultó que en un golpe de suerte, en un evento de caridad, conoció a la familia Valentine. Se presentó ante ellos mostrando todos sus éxitos y medallas y se encontró con que la pareja tenía dos jóvenes hijos, casi de su edad. En un principio, Akaito no lo pensó, pero conforme la familia fue conociéndole, el acuerdo se presentó de forma inesperada. Ser parte de su familia para poder ingresar a ese selecto círculo social. Para lograrlo, sólo tenía que... ser aceptado por alguno de los jóvenes herederos. La primera vez que lo escuchó, Akaito no lo entendió por completo. Pero cuantas más vueltas le daba, más se iba haciendo a la idea. Tenía que casarse con uno de ellos. Y dado que todos sus ideales eran tan infantiles como desde su niñez, su objetivo se convirtió en conseguir un matrimonio por amor, feliz y duradero.
Sólo había un pequeño problema en todo eso. Ámber era simplemente odiosa. Y Akaito no tuvo reparo en decírselo en la cara.
Así que, aunque Akaito nunca consideró pretender a Nathaniel, no quedaba de otra. No es que fuese homofóbico, sino que simplemente nunca se había interesado en ningún hombre. Sólo podía recordar haber mirado a dos chicas en su adolescencia, pero de eso hacía más de 5 años y nunca hizo nada por confesarse. Así que ¿qué podía saber él del amor?
De todas formas tenía que intentarlo.
Se enamoraría primero y conseguiría que Nathaniel lo amase. Ese era su nuevo objetivo. Por eso, para empezar con buen pie, le había invitado a esa cena romántica. Bueno, era temprano para llamarle cena, pero no tenía pensado salir pronto del restaurante.
Estaba ensayando algunos diálogos casuales para entablar conversación en caso de que todo saliera mal, cuando su cita llegó. A decir verdad, no se veía mal. Sí, en cierto modo, era lindo, sí. Akaito se levantó y sonrió con dulzura ensayada hacia Nathaniel, el camarero corrió la silla para ayudarle a sentarse y el pelirrojo se sentó de nuevo. Procuró no reaccionar mal ante la primer expresión que el rubio soltó, y en cambio, le brindó una de sus más coquetas sonrisas.
━ Nathaniel, me alegra que vinieras. Luces muy bien con ese atuendo. ¿Qué tal tu día?
Jue Jul 13, 2017 11:52 pm por Mirror
» I — This can't be!!
Jue Jul 13, 2017 6:01 am por Mirror
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Vie Jun 02, 2017 8:27 pm por Suki
» I — If only I could turn back time
Vie Jun 02, 2017 8:24 pm por Suki
» 1 — I can't believe this
Vie Jun 02, 2017 8:21 pm por Suki
» I — Don't hide anything
Vie Jun 02, 2017 8:17 pm por Suki
» 1 — I'm falling in love with you
Vie Jun 02, 2017 8:13 pm por Suki
» I — Nothing else matters
Vie Jun 02, 2017 8:10 pm por Suki
» I — I could feel this presence
Vie Jun 02, 2017 8:06 pm por Suki
» I — You're in my hands
Vie Jun 02, 2017 7:58 pm por Suki