I — The alliance, a marriage

The alliance,

Era el colmo. Aquella misma mañana se había levantado con tal dolor de cabeza que había necesitado un té más fuerte de lo habitual para el desayuno, y un desgano de ir a la dichosa reunión, que sólo había podido consolarse diciéndose que lo que haría ese día era necesario, para él y para todos, pero sobre todo para él. La alianza anglo-japonesa era necesaria y útil, le habían dicho, pero a él no le convencía en absoluto. Japón le desagradaba por sus tradiciones tan distintas y su manera de tomar el té, además de que su jodida escritura era excesivamente complicada y su ropa parecía una sábana...

Japón era un jodido anciano y no tenía idea de porqué sus asesores le habían obligado a formar una alianza con él, aunque muchas veces le habían repetido que era útil y necesaria. Inglaterra se arregló y salió a la embajada donde sería la reunión. Por el camino se dedico a ver el paisaje y una piedra le hizo botar hasta el techo del auto y pegarse en la cabeza. Así que de mal humor se bajó del auto, entro en la embajada y se sentó en el mismo sofá que el idiota japonés.

Luego le vino la bomba encima. La alianza no iba a ser mero papeleo, iba a ir mucho más allá, un nivel de compromiso para el que no estaba preparado, mucho menos con la persona con quien iban a casarlo... porque era eso: un maldito matrimonio arreglado con ese anciano.

— ¿Huh? ¿Casarme? ¿Yo? No bromeen. Ni quien quisiera casarse con ese anciano.—

Aunque técnicamente ya todo estaba arreglado y no hacía falta ni que firmaran o dieran algún voto.

The alliance,

La persona que representaba el imperio japonés, a.k.a. Kiku Honda... estaba en pie de guerra ahora mismo.

— ¡Ni siquiera lo pienses, ¿me has oído?! ¡No quiero ir!

Japón pateó la mesa que tenía enfrente, mirando a su superior con enojo, y es que no podía creérselo. ¡Acaba de salir de su aislamiento! Y ya querían que... hiciese... !¿una alianza?! Su superior solo sonrió y le obligó a seguirlo a la embajada, y Japón no pudo negarse sencillamente porque bueno... era su superior de cualquier forma.

Kiku fue obligado a sentarse en un sofá a la espera de que el inútil que se hacía llamar Gran Bretaña y su nombre histórico era tan largo que ni siquiera el increíble imperio japonés tenía ganas de recordarlo. La cosa es que ese niño pretendía ponerse a su nivel cuando seguro ni las botas se sabía poner solo. Ja. Iluso.

Kiku sonrió de medio lado, burlón en su interior esperando al sujeto que se convertiría en "su aliado" mientras su superior solo sonreía mirándolo. No quería ver la guerra que armaría Japón al enterarse de cómo realmente se haría la alianza y sobre todo... que tendría que casarse y vivir con alguien incluso después de haber pasado 250 años en aislamiento. Aunque realmente él no se había aislado tanto... siempre recibió a Holanda... en su habitación... a solas...

Sí, pero eso era un tema que podía resolver Japón con su futuro aliado, nunca se sabía lo celosos que podían ser los futuros prometidos. El superior de Kiku sonrió más ampliamente, mientras Japón volteaba a mirarlo con desconfianza. ¿Qué estaría tramando ese...?

El niño llegó, es decir, Inglaterra llegó y se sentó en el mismo sofá en el que Japón estaba sentado y Kiku se hizo a un lado como si ese rubio fuese portador de la peste. Y entonces su superior y el de Inglaterra comenzaron a hablar, y todo iba bien hasta la parte en la que se mencionó una "boda".

Ahí fue cuando el cuerpo de Kiku Honda empezó a temblar por la furia (y por el miedo de saberse casado con alguien que no era Holanda porque bueno... Holanda estuvo con él 250 años. ¿Qué ha hecho ese niñito rubio por él en esos 250 años, ah?) y frunció los labios comentando en el más sarcástico tono.

— ¿Casarme? ¿Yo? Debes estar bromeando, te dije que...

Su superior solo sonrió y Japón gruñó.

— No pienso casarme con este mocoso, es un enano que no sabe nada de la vida.

Sentenció y su superior solo rió alegremente. Japón se crispó al escuchar al superior de Inglaterra decir que ya estaba decidido y se crispó aun más ante lo que añadió su superior.

— Así es, entiendan que es por su propio bien.

— ¡Pero eso no es justo! ¡Yo no quiero casarme con este niño! ¡Esto es una pesadilla!

Y nada más decirlo, Japón sacó su espada de su cinto (curiosamente, su superior dejó que la llevase).

Su superior rió suavemente.

— Creo que sí prefería casarse con Holanda~

The alliance,

Una pesadilla. No había mejor manera de describirlo. Pero por más que sus asesores insistieran en que ya estaba todo hecho y no había marcha atrás, todavía no había sido realizada ninguna boda. Entonces, él sólo tenía que deshacerse de ese idiota antes de que pasara nada. Con la edad que tenía y sus siglos en aislamiento, sería lento...

...Error. Aparentemente Honda tuvo la misma idea que él y desenvainó su espada. ¡Ja! ¿Qué iluso usa una espada contra una pistola? Se notaba que el anciano seguía siendo un anticuado y no sabía nada de los avances de la tecnología.

— Hump, parece que tuvimos la misma idea... ¿Quién es ese "Holanda"?—

Le sonaba a helado por alguna razón. Más allá de eso no tenía la menor idea de quién se tratase o porque Honda lo sacaba a tema. Bueno, daba igual.

— Bien, por mí puedes largarte con ese sujeto, no me interesa.—

Recibió una respuesta del japonés que le habría hecho sonreír con satisfacción de no ser porque sus superiores los golpearon a ambos por simplemente sugerir aquella idea. La boda iba a realizarse les gustara o no, aun cuando ese "no" fuese tan obvio para ambos.

The alliance,

La sonrisa de Kiku al escuchar a su "prometido" diciendo que podía irse a casar con Holanda se hizo amplia y absoluta, porque definitivamente prefería a Holanda antes de a ese molesto sujeto pero su superior le golpeó y Kiku se le quedó mirando.

Uno...
Dos...
Tres.
Y los ojos de Japón se llenaron de lágrimas en menos de un segundo.

— M-me pegaste...

Murmuró, con voz tan dolida que su superior quiso golpearse la frente.

— E-eso fue malo... m-me pegaste...

Y Japón se largó a llorar, haciendo que su superior llegase hasta él. Demonios, a veces olvidaba que Japón apenas venía saliendo de su aislamiento y cualquier cosa poco apropiada (golpes incluidos) lo asustaban y lo hacían llorar.

— Perdona. Pero basta, ustedes se casarán y no hay nada más que decir al respecto.

The alliance,

England aún se quejaba y estaba sobándose el golpe en la cabeza cuando reparó en la reacción que tuvo su "prometido" al haber sido golpeado. Por un instante esperaba (por alguna razón) que añadiera que le pegaron en su presencia, pero aguantó la risa hasta el último momento, cuando el japonés ya estaba llorando cual niño pequeño. En serio, ¿qué le sucedía a ese anciano? ¿A quién rayos quería engañar?

— ¿Y se supone que éste será mi esposo? Jajajaja—

Arthur se permitió reír un poco más aunque su superior no se lo permitió y volvió a golpearle en la cabeza. Nuevamente doliéndose por el golpe, el inglés miró con un cierto puchero a su superior y luego miró fulminante a su futuro esposo. En realidad no le habían dicho cuándo se realizaría la supuesta "boda", solo que la harían.

— Bueno, si ya terminaron supongo que podemos irnos. Tengo cosas más importantes que hacer que ver a este anciano llorar como un bebé.—

The alliance,

Japón se sintió ofendido al instante con la forma que tenía el idiota de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte para referirse a él. Por lo menos el históricamente no tenía un nombre tan estúpidamente largo... ja.

— Pobre niño, no sabe nada de la vida y ya está creyéndose más que el resto. Ay, me compadezco de él.

Habló en dirección a su superior, aunque claramente su tono y el volumen de su voz decía que lo que buscaba era que lo escuchase.

— Pero si me quiero ir ya, tengo cosas más importantes que hacer que discutir el fin de mi vida normal y el inicio de una tortura al lado de éste niño. Avísenme cuando será la boda para escaparme un par de días antes— solicitó, claramente su superior solo le miró fieramente y Kiku sonrió más.

Su superior suspiró, de verdad le complicaba la bipolaridad surgida entre el aislamiento y el imperialismo japonés.

— Hablaremos pronto— dijo al superior de Inglaterra, mientras Kiku empezaba a golpear su zapato en el piso impaciente.