1. This can't be real

This can't be real

El trabajo de campo era una de esas cosas de las que raras veces debía ocuparse. Pero por supuesto era bueno en ello. No por nada había conseguido su puesto y se había ganado la confianza de su jefe y su reputación.

Pero alguien, ya fuera en el cielo o en el infierno, realmente debía estar queriendo joderlo. Joderlo con ganas. Lo que veían sus ojos no podía ser cierto.

Tras haber recibido su misión de la misma boca de su jefe, se puso en marcha. Usó todos los recursos a su alcance y sus propios conocimientos en informática para seguir el rastro del intruso y llegar hasta él. Le costó trabajo, porque el intruso no era ningún idiota, sabía borrar su rastro, sabía cómo hacer que su IP fuese imposible de rastrear. Pero Kazuo no se detuvo. Implacable, consiguió encontrar el origen del pequeño insecto y fue completamente solo por él. Si las cosas salían mal, no quería a nadie fastidiándole el esfuerzo en la captura. Prefería hacer las cosas por sí solo. Siempre había sido así.

Encontró ese lugar abandonado en medio de un barrio excesivamente poblado y esa puerta oculta con un código de seguridad de 64 bits. Encontró la manera de entrar por la fuerza bruta y se introdujo en la habitación secreta, alumbrada solamente por la pantalla de los ordenadores que zumbaban dentro. Pero incluso con la poca luz, lo reconoció. Es decir, cómo no reconocerlo.

— Kaori-san...

Las palabras se le amontonaron en la boca y no pudo decir nada más. Era la primera vez que eso le sucedía. ¿Qué estaba haciendo el hijo del jefe ahí? ¿Él era "Nÿx"? ¿Cómo podía serlo? ¿Por qué?

— Tengo órdenes de tu padre...

Kazuo consiguió decir algo y nada a la vez. ¿Qué importaba si tenía órdenes? ¡Kaori era el hijo del jefe! Si lo entregaba, el jefe sería capaz de culparlo por incriminar a su hijo al no haber encontrado al VERDADERO hacker y no solo su puesto, su vida estaría en riesgo.

Fukui Kazuo. Cuarto secreto. Con "Nÿx".

This can't be real

Kaori estaba demasiado acostumbrado a su vida, sin embargo entre toda esa costumbre había encontrado por fin el aburrimiento. Demasiada facilidad a la hora de conseguir lo que deseaba, aunque claro... nadie le negaba absolutamente al hijo del líder de los Yakuza. Sabían que los riegos de hacer una estupidez como esa era probablemente una bala en la cabeza.

Por eso fue que decidió que estaba demasiado aburrido y que necesitaba entretenerse. ¿Y qué mejorar manera de entretenerse que jodiendo un poco la vida de su padre? Sabía que él odiaba profundamente cuando alguien se metía en su negocio para arruinarlo. Y por eso era tan divertido solo pensar en arruinar su negocio.

Empezó averiguando contraseñas, porque su padre jamás en la vida se las hubiese dado, y desde ahí todo empezó a hacerse divertido y a la vez peligroso para él. Pero, lo que le daba entretención al asunto era ese justamente. Que fuese peligroso para él. Sólo quería ver la cara de su padre cuando notase que quien le había arruinado varios negocios y se había quedado con su dinero no había sido otro que él.

Cubrir sus huellas había sido demasiado fácil. Su padre había ignorado que en todo el tiempo que había estado aburrido había aprendido, estudiado, y eso le jugó en contra. No se dio cuenta de que su peor enemigo estaba enfrente de sus ojos.

Su hijo.

Se enteró de que mandó a buscarlo, y casi quiso reír al escuchar a quién había mandado su padre para buscarlo. No podía decir que Kazuo le cayese mal, ¿sabes? Pero le daba gracia que su padre lo hubiese enviado justo a él. Aunque sabía que, hubiesen enviado a quien hubiesen enviado, en realidad nadie iba a poder llevarlo frente a su padre.

Tan sencillo como decir que lo acusaban injustamente y cortarían la cabeza de quien fuese el que lo llevase. O quizás más actualizado y se conformen con darle un disparo en la cabeza. Sería gracioso, lamentaba mucho que fuese Kazuo el asignado.

Lo esperó, mintiendo descaradamente a su padre y arreglando las cosas para que creyese que los últimos dos días estaría en un campamento. En realidad estuvo todo el tiempo frente a los computadores, divertido ante las cosas que lograba hacer. Pasó el tiempo y entonces llegó el sonido de la puerta siendo abierta.

Una sonrisa se asomó en el rostro de Kaori e ignoró al hombre hasta que habló. Solo cuando dijo lo de las órdenes lo miró sonriendo.

— ¡Vaya, Kazuo!— sonrió alegre, obviando cualquier honorífico— Que sorpresa verte. Este es un cuarto secreto...

Kaori presionó una tecla y en las pantallas de todos los ordenadores se mostró una caricatura de él mismo diciendo "Sorpresa, sorpresa". Kaori rio suavemente.

— Sé que tienes órdenes de mi padre. Y sé que no importa. ¿Me vas a entregar y arriesgarte a que pueda decir que todo es una mentira?

Se moría por saberlo.

Nÿx (Kaori). Cuarto secreto. Con Kazuo.