I. This is how I remember...

Ren... Realmente lo extrañaba. Horo-Horo no podía dejar de pensar en él recientemente, en cómo se había ido alejando de él cada vez más hasta que ya casi no era capaz de recordarlo a detalle, aún cuando hubo una época en que con tan sólo cerrar sus ojos, ya podía describirle a la perfección, como si mirase una fotografía.

Cuanto más pensaba en ello, más angustia y más desesperación se le subía a la garganta. Si tan sólo pudiera volver a estar a su lado, tal como en los viejos tiempos...

Horo-Horo gritó el nombre de quien fue su mejor amigo en la S.F. y extendió su mano al frente, tratando de alcanzarlo. Estaba teniendo ese sueño extraño otra vez, aunque en esta ocasión era tan real. Luego, sintió como si algo lo jalara al fondo de un abismo y sin nada de qué sujetarse, Horo-Horo sólo pudo cerrar los ojos esperando recibir el impacto al chocar con el fondo. Pero como este no llegó, abrió un ojo, después otro. El escenario era completamente diferente, no estaba en su casa, ni siquiera en Hokkaido. Miró alrededor y descubrió rápidamente un hotel. El Hotel "Palace" que se encontraba en Tokyo. Ese hotel...

No tenía la menor duda. Era el sitio donde él se encontraba con Ren cada vez que Ren visitaba Japón, porque obligarlo a ir a su granja en Hokkaido cuando se animaba a salir de su castillo, no parecía apropiado. ¡Qué nostalgia!

Aunque no entendía cómo es que había aparecido ahí desde Hokkaido. Quizá esa voz que había escuchado al caer... pero no había manera de que ese sujeto fuese a querer ayudarle ni a suicidarse. Horo-Horo decidió que aquello debía ser un sueño... y entonces esa misma voz odiosa le contestó que estaba equivocado. Y que debía agradecer su generosidad y aprovechar la situación, mientras durase...

Ese bastardo...

Horo-Horo decidió dar una vuelta por los alrededores, para averiguar cómo es que había llegado a ese sitio y quizá para recordar viejos tiempos, cuando de pronto vio a una persona frente a él, que le dejó helado donde estaba.

La estatura, el peinado, los ojos dorados, la complexión delgada pero atlética, y esa expresión de soberbia que no podía encontrarse en ningún otro más que un Tao. Ese era Ren... ¡El Ren de hacía 11 años!

— ¿Pero qué demo...?

Si aquello no era un sueño, no sabía qué podía ser. Se miró a sí mismo por un momento, sólo para confirmar que él seguía siendo el hombre de 27 años que cuidaba de su granja en Hokkaido. Después volvió a ver a Ren que le miraba exasperado...

— Ah... yo...

Horo-Horo aún no sabía qué estaba sucediendo, pero algo en su interior le decía que no podía ir por ahí diciendo que venía de... ¿del futuro? ¿De otra dimensión? No, del futuro parecía más apropiado. Pero no sabía la fecha exacta en la que estaba y revelar secretos del futuro podía ser peligroso y cambiar su propio tiempo. Eso era lo más básico de cualquier manga y película de Ciencia Ficcion en que viajaran en el tiempo.

Así que... ¿qué iba a decirle a Ren? Tenía que inventar algo antes de que quisiera cortarlo en pedacitos...

— Soy un empleado de la familia Tao. Eh... acaban de contratarme y me pidieron que viniera a verlo, Señorito.

Horo-Horo se esforzó por parecer convincente y hacer sonar ese "señorito" tal como lo decía Bason.

Y bien... Ren no sabía exactamente por qué ese sujeto se había aparecido de repente enfrente suyo, es decir, ¿desde cuando la gente se aparecía de esa forma frente a él? No tenían derecho. A Ren le molestaba que ese sujeto estuviese ahí, luciendo como un estúpido... extrañamente, le recordaba a alguien.

Sí, a Horo-Horo. Justo cuando Ren había tomado sus decisiones, aquellas que afectarían lo que haría en el futuro, se aparecía alguien que era igual a la persona que deseaba dejar atrás. Era algo extraño e irónico, quizás una cruel broma del destino... aunque cuando el tipejo habló, mientras Ren le miraba exasperado, alzó una ceja.

Un empleado, ¿eh?...

Ren sonrió de medio lado y puso una mano en su cadera, mirándole de arriba a abajo, analizando al sujeto...

— Aja... un empleado. ¿Y cuál es tu nombre?

¿Podía creerse que realmente era un empleado? Algo, por alguna razón, le hacía dudar. Pero no sabía qué era. Aún así, Ren no era capaz de simplemente rechazar la oportunidad que se le abría ante sus ojos.

¡Esa era una excelente pregunta! Horo-Horo no pudo menos que sudar en frío cuando Ren le cuestionó sobre su nombre, ¡Es que ni siquiera había tenido tiempo de pensar un plan!

— Eh... Sí, yo...

Luego se le ocurrió esta brillante idea...

— Señorito, usted puede llamarme como desee. Soy solo un humilde servidor de la familia Tao, mi nombre no importa.

Sí... Claro...

Y entonces todo se le vino abajo. Ren obviamente no era del tipo que caía fácilmente en ningún engaño y era obvio que no le creía absolutamente nada a Horo-Horo, pero aun así le siguió el juego. Y le puso un nombre estúpidamente absurdo.

Horo-Horo se quedó de piedra cuando escuchó ese "nombre" viniendo de labios de Ren. Sí, recordaba que era un bastardo al que algunas veces quería asesinar... pero en serio lo era tanto como para llamarle así...

Horo-Horo soltó una risita nerviosa, esperando que aquello fuese una broma. Pero no. Aparentemente no lo era.

— Espera... ¿Lo dices en serio?

La expresión de Ren se lo dijo todo. ¡¿CÓMO ESPERABA QUE HORO-HORO SE PRESENTARA ANTE CUALQUIER PERSONA DECENTE DICIENDO "HOLA, SOY DICKHEAD ANAL 4REAL"!?

Horo-Horo se tiró al suelo sin poder decir nada más. Ya había dicho que era un sirviente de la familia Tao y que Ren le podía decir como quisiera. Ahora se veía obligado a obedecer o a contar la verdad sobre quién era y cómo había llegado a ese sitio. Bueno, no podía ser tan malo ¿verdad?

Oh, no, Horo-Horo no estaba ni empezando a imaginar qué tan malo iba a ser Ren con él.