♠ Boys will be boys

Desde que habían ganado la Winter Cup, Kuroko se sentía en calma. Había logrado todos sus objetivos propuestos, y sobre todo había vuelto a ver a la generación de los milagros que consideró sus amigos. Todos volvieron a "la normalidad" y eso no podía hacerle más feliz. La última vez que se habían encontrado había sido en su cumpleaños, cuando luego les había llevado a la casa de Kagami-kun. Todo iban bien...

Excepto por un detalle. Kagami-kun.

Kuroko se había dado cuenta de sus sentimientos hace bastante tiempo, si nunca los mencionó fue porque primero quería cumplir todos esos objetivos que tenía en mente (ganar la Winter Cup, vencer y recuperar a Aomine-kun, vencer a Akashi-kun, etc.) junto al pelirrojo para después decirle sus sentimientos.

Pero el tiempo ha pasado y no ha podido decirle ninguna palabra, no es por miedo, claro que no... pero... Le daba cierta incertidumbre la reacción del pelirrojo. ¿Le correspondería los sentimientos? ¿Lo echaría a un lado como Aomine-kun, aunque las circunstancias no fuesen las mismas? ¿Volverían a hablarse si se confesaba? Eso lo estaba matando por dentro.

Quien le ayudó a decidirse, no fue otro que Kiyoshi-senpai. Él parecía leerle como un libro abierto y, cuando llamó la última vez para saber cómo les estaba yendo, pidió hablar con él. Kuroko se escabulló, con el móvil de su capitán y escuchó la pregunta favorita de su senpai.

"¿Y, ya te declaraste?"

Cuando le confesó que no, Kiyoshi-senpai se molestó y le dijo que no podía tener miedo, que lo último que podía perder era la esperanza, porque él parecía saber incluso por qué todavía no se había confesado. Al final escuchó cierta voz familiar llamando a Kiyoshi-senpai antes de que tuviese que colgar, y se tuvo que contener para reír. Lo había supuesto desde el partido que tuvieron en la Winter Cup, que ellos dos acabarían así...

Kuroko le devolvió el móvil a su capitán y ese mismo día decidió hacerlo, porque de otra manera perdería toda la voluntad. Y ahí estaba, esperando que Kagami-kun saliese del gimnasio para irse juntos como todos los días y poder confesarse.